Las películas que más abundan en nuestras salas de cine son las de Estados Unidos, un país que realiza entre 500 y 700 largometrajes al año. Pero de ese número tan grande, solo recordamos las muy buenas y las muy malas.
Plan 9 from Outer Space (1959) es una película que se volvió famosa por lo mala que es, y da mucho de qué hablar. Hoy en día se sigue viendo y la gente se divierte burlándose de la película.
Lo mismo pasa con The Giant Claw (1957), que trata de un ave alienígena que ataca aviones. Debido a su bajo presupuesto, la maqueta del ave tiene un aspecto ridículo, con ojos saltones y un mohicano despeinado. Se dice que durante el estreno los espectadores no paraban de reírse. De no ser por esa maqueta, The Giant Claw habría sido otra película de monstruos más y habría caído en el olvido, pero esa falla distintiva la elevó a estatus de película de culto (preferible a una mediocre que no da de qué hablar).
Todos tenemos nuestras propias películas favoritas, que cuando las vimos por primera vez nos hicieron sentir restaurados, como si verlas era algo que debía sucedernos. No todas las películas que vemos producen eso en nosotros, pero la posibilidad de que ocurra, hace que ver distintos tipos de cine valga la pena.
Los blockbusters de hoy parecen tener miedo de desafiar a los espectadores, optando por mostrarles cosas que puedan reconocer, usando personajes estereotípicos en tramas prefabricadas.
Y aunque los blockbusters no son las únicas producciones que se hacen, las películas independientes también están necesitando elementos conocidos por el público para ser vistas: la película independiente que más recaudó en el 2015 fue The Revenant, dirigida por Alejandro González Iñárritu y protagonizada por Leonardo DiCaprio, ambos nombres bien consolidados en la industria.
Lo mismo pasó con Black Mass, una exitosa película independiente protagonizada por nada menos que Johnny Depp.
Los números en taquilla parecieran demostrar que la mayoría de los espectadores no están interesados en algo distinto. Quieren ver sesiones de esgrima de entrenamiento, pero no quieren saber nada de los combates de verdad.
Estar en un ambiente conocido es seguro y confortable, al saber que las cosas siempre serán similares nos aseguramos de no decepcionarnos, pero esa es una precaución infundada, pues la verdad es que una decepción, al menos en el cine, no es algo tan terrible.
Lo que ahora es normal para nosotros, las franquicias que nos gustan, las historias y personajes que seguimos viendo una y otra vez, no siempre fueron una norma. Hubo un tiempo en que no las conocíamos, y nos maravillamos cuando las descubrimos. Arriesgarnos a ver malas películas es un pequeño precio a pagar para volver a tener esa sensación de descubrimiento.
En palabras del sabio Hannibal Lecter: “Supongo que tu madre te dice, al igual que me decía a mí la mía: Es importante, hijo, probar siempre cosas nuevas”.