Su fecha de nacimiento fue fijada el 5 de julio de 1996, pero fue siete meses después que se reveló la noticia: en Edimburgo, Escocia, llegó al mundo la oveja Dolly, el primer mamífero clonado de la historia.
El proceso fue obra de Sir Ian Wilmut y Keith Campbell, junto a investigadores del Instituto Roslin de la capital escocesa, tras 277 intentos.
Dolly, de la especie Finn Dorset, fue creada usando la transferencia nuclear de células somáticas, en el que el núcleo de una célula adulta (con la carga genética) se transfiere a un ovocito fertilizado al que se le ha eliminado su núcleo celular.
Dolly vivió en el Instituto Roslin y fue cruzada con un macho Welsh Mountain. El resultado fueron seis crías: Bonnie, las mellizas Sally y Rosie; y las trillizas Lucy, Darcy y Cotton.
Una oveja Finn Dorset tiene una expectativa de vida de 10 a 12 años. Sin embargo, Dolly comenzó a tener problemas de salud a los cinco años de edad. Primero una artritis y luego una afección pulmonar (que luego se supo que era un cáncer) la llevó a ser sacrificada en febrero de 2003.
El cuerpo de Dolly fue disecado y se exhibe actualmente en el Museo Nacional de Escocia.
Foto: David Dorren.
Muerte de Dolly
La muerte de la oveja Dolly, eso sí, no impidió que investigadores continuaran con los intentos de clonación. Hasta ahora se han clonado cerdos, ciervos, caballos y toros.
¿Para que sirve la clonación? Científicos han señalado que puede ser usada para preservar especies en peligro de extinción y ser una herramienta viable para revivir especies extinguidas.
¿Y en humanos? Según Wilmut, existe una respuesta: «La técnica de transferencia nuclear no es suficientemente eficiente para el uso en seres humanos».