Desde 2006 hasta el año pasado, más de 5,7 millones de murciélagos han muerto en Estados Unidos debido a un hongo llamado Pseudogymnoascus destructans, lo que ha llevado a iniciativas que impidan que el número aumente en el futuro.
La enfermedad también es llamada síndrome de la nariz blanca y se propaga en el cuerpo de los mamíferos voladores, destruyendo las membranas de sus alas y los tejidos.
Una de las iniciativas más destacadas para impedir el avance de la enfermedad es la de Chris Cornelison, investigador de la vida silvestre en la Universidad Estatal de Georgia, quien mientras realizaba su trabajo doctoral en 2011 y 2012 se enteró de una bacteria común del suelo, Rhodococcus rhodochrous, que inhibe el crecimiento de moho en algunas frutas y cultivos, de acuerdo a una publicación de Wired.
«Si puede evitar que los hongos crezcan en una pieza de fruta, podría ayudar a prevenir los hongos crezcan en un murciélago», pensó en ese entonces Cornelison. Después de las pruebas de toxicidad para verificar que las bacterias inhibidoras de moho eran seguras para los murciélagos, el equipo de Cornelison capturó a un gran número de especies infectadas y las expuso a las bacterias durante 48 horas.
La mayoría de los murciélagos tratados sobrevivieron hasta el final de la temporada de frío y la bacteria resultó ser una excelente herramienta de tratamiento y prevención de la enfermedad.
El hongo Pseudogymnoascus destructans apareció por primera vez en Norteamérica en 2006 y se propaga rápidamente con el frío. Debido a esto, algunas colonias de murciélagos se han reducido en más del 90 por ciento.
Según Wired, durante su temporada activa los murciélagos consumen dos tercios de su peso en insectos cada noche, incluyendo las plagas que causan estragos en los cultivos. Por ello, la muerte de los murciélagos de Norteamérica podría causar pérdidas agrícolas por un total de aproximadamente 22.9 mil millones anuales.