Los tres galardones que The Revenant recibió en la reciente ceremonia de los Globos de Oro 2016 podría ser el primer paso para la conquista de la industria, lo que sería un gran premio tras una extenuante y muy extrema filmación.
La película dirigida por Alejandro González Iñárritu y protagonizada por Leonardo DiCaprio y Tom Hardy fue rodada durante nueve meses, con 12 locaciones distintas en tres países y sólo utilizando luz natural.
The Revenant (El Renacido en español) presenta la historia real de Hugh Glass (DiCaprio), un cazador de pieles que fue atacado por un oso y dado por muerto por sus compañeros, quienes lo enterraron vivo. Sin embargo, decide rastrear a sus ex colegas, buscando la venganza.
La filmación comenzó en octubre de 2014 en Calgary, Canadá, con González Iñárritu tomando la decisión de filmar en secuencia, sólo con luz natural. Y a eso se sumó que tuvieron que trasladarse hasta Ushuaia, al sur de Argentina, para filmar las escenas finales con nieve real. O sea, un movimiento de 12 mil kilómetros.
«Si hubiésemos grabado con una pantalla verde, con café y todos pasándolo bien, todos estarían contentos, pero la película terminaría siendo una mierda», explicó el director en julio pasado a The Hollywood Reporter, luego de que salieran algunas críticas sobre cómo se estaba realizando el trabajo.
El mexicano asumió que hubo problemas en el rodaje, entre los que se cuentan temperaturas extremas bajo cero y una extensión obligada (debería haber terminado en diciembre de 2014), lo que provocó que Hardy no pudiera participar en Suicide Squad para finalizar su trabajo con González Iñárritu, además de aumentar el presupuesto, pasando de 60 millones a 135 millones de dólares.
«¿Cómo iba a utilizar luz artificial en estos parajes? Estaba decidido a aplicar lo que aprendí con Birdman, una fluidez que busqué haciendo pocas tomas a la hora correcta. Fue como una función teatral siempre al filo del fracaso», expresó el cineasta a El País en agosto pasado.
Y eso lo confirmó DiCaprio. «Para hacer estas secuencias complicadas, como un ballet, el movimiento necesario tenía que ser preciso. Cuando llegaba a ese momento de morder las uñas para captar esa luz mágica, cada día era como poner en un mini-obra de teatro. Si perdimos esa hora, si no lo lográbamos, estábamos allí al día siguiente», relató a Grantland.
Junto con el tema de la luz (ocupaban 90 minutos diarios), la filmación sufrió con la temperatura, con los termómetros cayendo a 25 grados bajo cero. Y si los actores sufrieron («Nada que ver con trabajar en un estudio», dijo alguna vez DiCaprio), también los miembros del equipo detrás de las cámaras, con varios de ellos renunciando o siendo despedidos.
«Como director, si identifico que un violín está fuera de tono, entonces no puede estar en la orquesta», explicó el mexicano, lo que demuestra que el extenuante rodaje y las condiciones extremas a las que se enfrentaron fueron necesarias para el resultado final.
Tan necesarias como la alimentación: «Regularmente no como hígado crudo de bisonte. Cuando me vean en la película, verán mi reacción al comerlo, porque Alejandro decidió dejarla. Dice todo. Fue una reacción instintiva», aseguró DiCaprio en octubre pasado a Yahoo Movies.
«Cada día del rodaje fue complicado. Es la película más difícil que he hecho. Lo más duro fue meterme en ríos helados, porque llevaba una piel de alce que cuando se mojaba pesaba 45 kilos. Cada día era un desafío no coger una hipotermia», relató a Wired el actor.
Con mucho sacrificio, el camino está casi libre para que DiCaprio finalmente obtenga el reconocimiento con un premio Oscar en la ceremonia que se realizará el próximo 28 de febrero.