La vida tiene altos y bajos. En los momentos malos, cuando dan ganas de abandonar todo y dejar de intentarlo, películas como Little Miss Sunshine pueden ser una gran ayuda.
Dirigida por el matrimonio conformado por Jonathan Dayton y Valerie Faris -quienes hicieron su carrera dirigiendo videos musicales y nunca antes habían hecho un largometraje-, Little Miss Sunshine empieza presentando a los Hoover, una familia disfuncional compuesta por un padre sobre entusiasta con un proyecto laboral que no funciona, un abuelo cocainómano, un tío que intentó suicidarse, un hijo adolescente antipático, una madre que se esfuerza por mantenerlos a todos unidos, y la inocente Olive, la hija menor.
Olive es aceptada para participar en un concurso de belleza para niñas, lo que embarca a la familia en un viaje al lugar donde se realizará evento, a bordo de una furgoneta Volkswagen que se cae a pedazos.
Durante el viaje, los problemas de cada uno empeoran, hasta el punto de perder los ánimos y darse por vencidos. Pero en cada uno de esos momentos, y sobre todo al final, recuerdan su postura ante la vida: el mundo se divide en ganadores y perdedores, y los verdaderos perdedores son aquellos que dejan de intentarlo.
“El verdadero perdedor no es aquél que no gana. El verdadero perdedor es aquél que tiene tanto miedo a no ganar que ni siquiera lo intenta”
La película se estrenó en el festival de Sundance en el año 2006, donde fue bien recibida por la crítica, lo que impulsó las emergentes carreras de sus directores Jonathan Dayton y Valerie Faris, y del guionista Michael Arndt, quien debutó con este trabajo y se llevó el Oscar al Mejor Guión Original.
Por su parte, Abigail Breslin, quien tenía solo nueve años cuando interpretó a Olive Hoover, fue nominada al Oscar como Mejor Actriz de Reparto por ese papel y hoy continúa actuando en varias películas, como la muy popular Zombieland (2009).
En mayor o menor medida, la vida se trata sobre tropezar constantemente, y Little Miss Sunshine es una película que vale la pena volver a ver cada vez que se necesite una palmadita en la espalda.