Las creaciones de Roberto Gómez Bolaños han trascendido generaciones desde sus comienzo en los años 60. Jugando con el absurdo y al personificar variados roles, que siempre empezaban sus nombres con «ch», el mexicano se convirtió en uno de los escritores y actores más influyentes del humor en español.
Nacido el 21 de febrero de 1929, su verdadera pasión siempre fue la escritura, siendo guionista antes de aparecer en cámara. De hecho de ese talento viene su apodo, ya que a finales de los años 50, mientras trabajaba en una película junto al director Agustín P. Delgado, este comparó su trabajo al de William Shakespeare y dijo que era como el británico pero en versión pequeña, así quedó como «Chespirito».
El 28 de noviembre de 2014, a los 85 años, nos dejó Roberto Gómez Bolaños, quien cercano a los 30 años decidió entrar en la actuación, complementando sus guiones con su histrionismo, lo que hizo a sus personajes imborrables y que hasta nuestros días generan nostalgia y muchas risas. Ahora repasaremos esos roles que quedaron en la historia de la televisión en habla hispana.
El Chavo del 8
Es el personaje más memorable de los creados por Roberto Gómez Bolaños. Junto a los demás miembros de la vecindad, El Chavo del 8 recorrió gran parte del mundo y sus episodios fueron doblados a más de 50 idiomas, entre los que se cuentan el coreano, chino, japonés, marroquí y griego.
A pesar de que el Chavo era sólo un niño, Chespirito siempre aseguró que este no era un programa infantil. “Yo no trabajo para chicos, trabajo para todo mundo… sé que me ven muchos chicos, pero mi programa lo hago para mí, es decir: ‘¿qué me divertiría a mí como espectador?’… entonces lo ven niños, pero no lo hago dirigido para ellos”, explicaba.
El Chapulín Colorado
Está dentro de la cultura popular latinoamericana como uno de los grandes héroes. Vestido con su traje rojo y un corazón amarillo, su ingreso a escena siempre era acompañado de un “oh, y ahora quién podrá ayudarme”, al que respondía con valentía: “¡yo!, el Chapulín Colorado».
La historia de este personaje es notable. Gómez Bolaños quiso emular lo hecho por Cervantes con el Quijote y su parodia a las novelas de caballería, creando un personaje que fuera una sátira a los superhéroes. “Yo quería hacer un héroe auténtico… no un antihéroe, porque en la medida que es muy miedoso y supera ese miedo, es un héroe auténtico”, afirmó el escritor en una entrevista.
El Chómpiras
Este personaje es uno de los más desarrollados por el escritor mexicano, ya que tuvo dos etapas, siendo primero un ladrón muy torpe que junto a su compañero Peterete (Ramón Valdés) planeaba diversos robos, para posteriormente retirarse del vandalismo y trabajar como botones en un hotel.
La segunda parte de la vida del Chómpiras fue la más exitosa, periodo en el que era acompañado por su amigo el Botija y su esposa la Chimoltrufia. Una comedia de equivocaciones que también logró hacer reír a grandes y chicos.
Chaparrón Bonaparte
Una de las creaciones más delirantes de Roberto Gómez Bolaños es Chaparrón Bonaparte. Un hombre con problemas de cordura, que al ritmo de la chiripiorca analiza a la sociedad junto a su gran amigo Lucas. Ambos personajes dieron vida a Los Chifladitos, un sketch ingenioso y divertido.
Frases como: “dígame licenciado”, “no hay de queso, no más de papas” o “oye Chaparrón, ¿sabías que la gente sigue diciendo que tú y yo estamos locos?”, aún permanecen en la memoria de los fanáticos de Chespirito, a pesar de que no hubo muchos episodios de este programa.
El Doctor Chapatín
Un médico anciano con un humor sarcástico y bastante olvidadizo. Ese es el Doctor Chapatín, un personaje que mezcla la ternura con la locura y que de forma irresponsable practica la medicina, a pesar de mostrar claros problemas mentales.
Siempre acompañado de su bolsa, nunca pierde la oportunidad de aprovecharse de sus pacientes, a quienes engaña para conseguir más dinero. Lo más genial de este personaje, es que en sus inicios, como parte del programa Los Supergenios de la Mesa Cuadrada (1968), respondía cartas de los espectadores como su fuera un médico real.