La falta de equidad de género es un problema transversal en la mayoría de las culturas, pero en la sociedad china está encriptada desde la construcción del lenguaje, hasta el rol de la mujer como ciudadano. Girls Always Happy (Rou qing shi) es una cinta que aborda este tema de una forma intensa e íntima, a través de una relación madre/hija que evoluciona gracias al amor.
Tras su estreno en Berlinale en febrero de este año, el debut en largometrajes de Yang Mingming (31) recibió dos de los reconocimientos más importantes del Festival Internacional de Hong Kong: el Premio Firebird (Concurso de Cine Joven) y el Premio FIPRESCI (elegido por la prensa especializada del evento).
Pero la directora no tiene sólo ese mérito, ya que también es la protagonista de esta historia simple, que demuestra que los nuevos exponentes del cine mantienen la esencia clásica de este arte, narrando situaciones cotidianas que esconden verdades y reflexiones profundas, siempre con un toque de humor.
Lo fundamental de la vida
Girls Always Happy muestra la historia de Wu (Mingming) y su madre (Nai An). Ambas dedican su vida a la escritura y su situación económica es precaria, lo que atribuyen generalmente a su distancia con el género masculino, una idea que es común en la cultura china. Manteniendo una tensa relación entre ellas, intentan evadirse para evitar conflictos mayores.
En un comienzo el dinero es su principal motor, pero poco a poco logran sanar heridas y a reencontrarse gracias al amor que posee una relación madre/hija. Finalmente las dos descubren que lo más importante en sus vidas es que ellas estén bien, pasando por alto los cánones sociales de feminidad que las limitan constantemente.
El cine de Yang Mingming, desde su primer cortometraje Female Directors (2012), la muestra como uno de los nombres prometedores del cine chino, al desarrollar siempre un discurso argumentativo de forma simple, entregando un mensaje fundamental para los días que corren, que más que ficción necesitan realidad.