Han pasado 20 años desde que Julia «Butterfly» Hill marcó al mundo con su forma de protestar, subiendo hasta la cima de un árbol secoya de más de 60 metros de altura para evitar que los ejemplares de esa especie fueran cortados. Permaneció dos años en la copa y salvó a más de una hectárea de bosque.
Una historia que provocó todo tipo de reacciones. Por un lado fue calificada por ecologistas y residentes del lugar como una heroína, también se ganó el odio de los leñadores que la veían como una amenaza laboral y hubo otros que consideraron que todo fue una idea de marketing.
Pero lo concreto es que, desde el 10 de diciembre de 1997 al 18 de diciembre de 1999, Julia «Butterfly» Hill logró su objetivo de forma pacífica y logró que el mensaje sobre la importancia de resguardar los bosques resonara en todo el planeta.
Julia «Butterfly» Hill: un giro en su vida
La joven Julia Lorraine Hill tuvo desde pequeña una vida itinerante, ya que junto a su familia iba de pueblo en pueblo en una casa rodante por la labor religiosa de su padre. En una de las tantas expediciones que hicieron, una mariposa se posó en su mano por largo tiempo, ganando así el apodo de «Butterfly» (mariposa en inglés), nombre que hasta hoy la acompaña.
Cuando tenía 22 años sufrió un grave accidente automovilístico que casi le quitó la vida, y que la llevó a replantearse su forma de vivir: «el accidente me despertó a la importancia del momento y a hacer todo lo posible para tener un impacto positivo en el futuro», afirmó en el libro Julia Butterfly Hill: Saving the Redwoods de Dawn Fitzgerald.
Tras su recuperación, Hill se unió a Earth First!, un grupo de eco-guerrilleros hippies que eran conocidos por sus violentas tácticas de protesta, algo que comenzó a cambiar cuando Butterfly le entregó un misticismo Zen al movimiento, algo que se potenció cuando quiso ocupar el árbol secoya.
La lección de «Butterfly»
Apodado Luna, porque cualquiera que subiera tan alto era considerado lunático, el árbol elegido por Julia «Butterfly» Hill tenía 600 años de edad, cerca de 60 metros de altura y estaba ubicado en un rincón remoto del norte de California.
Fueron 738 días los que estuvo en un pequeño refugio de 2,5 metros por 2,5 metros, donde soportó duros inviernos y la siempre intensa corriente de El Niño. Pero nada hizo que se rindiera, ni el clima, ni los leñadores que comenzaron una campaña en su contra por considerar que estaban perdiendo trabajo.
Cuando llevaba un año en el lugar, uno de sus compañeros activistas, David Chain, murió después de que un árbol fuera derribado en medio de un enfrentamiento con leñadores. Un golpe duro, pero que sin dudas dio más energías para la causa de la joven.
Todo había tomado mucha efervescencia. Prueba de ello fue la visita que le realizó la reconocida artista Joan Baez, quien calificó el momento como «una de las experiencias más notables de mi vida». Cuando decidió bajar del árbol, lo primero que dijo Julia fue: «no hay forma de estar en presencia de estos seres antiguos y no ser afectados».
Tenía sólo 24 años y había dado una lección a todo el mundo y, especialmente, a la sociedad norteamericana, todo sin violencia y con un mensaje político potente. Tal fue la repercusión que hasta en la serie animada Los Simpson hicieron referencia a su logro en el capítulo «Lisa the Tree Hugger» (04×12).
Actualmente Julia «Butterfly» Hill continúa su labor de activista y comparte su forma de ver la vida, la que plasmó en su libro The Legacy of Luna: The Story of a Tree, a Woman, and the Struggle to Save the Redwoods (2000), donde recogió la experiencia que tuvo sobre la secoya.