La impresión 3D comenzó como una gran ayuda para la arquitectura y el diseño industrial, pero hoy ya amplió su campo hacia el lado de la medicina y el ocio.
Es así como es posible ver que las impresoras 3D ya pueden hacer prótesis para brazos y piernas, modelar la figura que tienen los fetos en el útero de la madre y concretar figuras decorativas. Incluso, hasta en la Estación Espacial Internacional han creado algunas obras.
A veces la impresora 3D puede fallar
¿Cómo funciona la impresión 3D? La máquina, a través de brazos que se mueven en tres dimensiones, van creando capas que forman el diseño que se le asignó a través de un software (como Autocad).
Las capas superpuestas pueden ser de plástico fundido (se derrite a cerca de 200º C), de tinta (a base de celulosa o yeso) o de resina líquida que se solidifica con luz ultravioleta.
Hace unas semanas se dio a conocer un nuevo prototipo de impresión 3D: Carbon3D. Está inspirado en la película «Terminator 2» (¿recuerdan cómo aparecía T-1000?) y utiliza la técnica Continuous Liquid Interface Production (CLIP).
Se trata de una resina líquida puesta en una especie de piscina y que gracias a la combinación de luz y oxígeno concreta la idea: tal como en la cinta de James Cameron, desde el fluido surge la figura que la luz digital va formando y el oxígeno endurece. Además, es entre 25 a 100 veces más rápido que el resto de las impresoras.
Dentro de las ventajas de la impresión 3D es la capacidad de llevar a la realidad tantos productos como lo imagines, la producción propia que reduce costos, la reproducción de restos arqueológicos y la apertura de un nuevo mercado.
Sin embargo, también este método trae como inconvenientes su alto consumo de energía, la disminución de mano de obra, la vulneración de derechos de autor de cientos de productos y la creación de armas de fuego.
Como la impresión 3D se ha ido masificando rápidamente, el costo de las máquinas ha ido bajando. Por ahora, los precios van desde los 1.200 a los 2.000 dólares.
Algunos ejemplos de creaciones hechas con impresora 3D