Para aquellos que crecieron entre fines de los ’90 y principios de los ’00, cuando se hablaba de algo llamado «internet», había un nombre que sobresalía por su propósito fundamental de compartir música: Napster.
El servicio de distribución de archivos de música en formato MP3, a través de la red P2P (un intercambio directo de información) fue muy popular e incluso tuvo una gran disputa en tribunales con Metallica en 2000, cuando la banda estadounidense demandó a la empresa de Sean Parker y Shawn Fanning por difundir una canción de ellos de manera ilegal, porque ni siquiera había sido publicada.
Napster cedió y le dio una cifra millonaria al conjunto, que la llevó a la casi desaparición. Eso, hasta que en 2011 fue adquirida por Rhapsody, un servicio de música en streaming con 3,5 millones de usuarios a nivel mundial.
Ahora, Rhapsody anunció que cambiará su nombre a Napster «sin cambios en sus listas de reproducción, favoritos, álbumes y artistas», según informó en un comunicado.
El cambio demuestra que la idea no es hacer lo mismo que Napster hacía en 1999 y que el enorme peso del nombre puede darle un impulso, incluso global.