El 8 de diciembre de 2009, el chileno Ramón Navarro colmó las portadas de los medios deportivos al consagrarse en el Quicksilver Wave Invitational en memoria de Eddie Aikau, el torneo de surf más famoso del mundo que se realiza en Waimea Bay, Hawái.
No sólo puso el nombre de Chile por esos lados, sino que se convirtió en el primer latino en «domar» una ola de más de 10 metros, o simplemente Monster Drop.
«Si no me iba bien, no me iban a invitar nunca más. En esa ocasión le estaban dando la oportunidad a un latino. La responsabilidad y el nerviosismo era mucho más grande que ahora», cuenta Navarro a Applauss desde Pichilemu, ciudad en la que nació, creció y donde aún vive.
Su amor por el mar viene de su padre, un pescador artesanal que lo guió desde niño por el borde costero de la Sexta Región. Parte de su historia aparece en el documental El hijo del pescador, estrenado en 2015, en el que se hace un recorrido por su vida.
Hoy, con 38 años, Navarro no se aleja del mar. De hecho, el 25 de febrero pasado volvió a participar en el Eddie Aikau, en su reencuentro con el lugar que lo consagró en 2009. «No tuve la suerte de agarrar las olas que quería, pero el hecho de estar invitado es el respeto máximo que puedes tener en el mundo del surf, ser el único latino del evento», comenta.
«Igual ese campeonato es una celebración a la vida Eddie Aikau, que es una leyenda en Hawái», agrega Navarro, en referencia al surfista oriundo de Maui que falleció en 1978 al tratar de ayudar en el naufragio de un barco que viajaba entre Hawái y Tahití.
En honor a Aikau se hace este certamen entre diciembre y febrero de cada año, el más importante del mundo en la disciplina, al que sólo se acude por invitación y que, aunque se inició en 1986, ha tenido no más de 10 campeonatos ¿La razón? El evento se hace sólo cuando las olas están realmente grandes, entre los 9 y los 12 metros. De hecho, antes de febrero de este año, la anterior versión fue cuando Navarro logró el Monster Drop.
La pesca artesanal como identidad
«La pesca artesanal es importante para Chile. Es una de las imágenes del país. Si se llega a perder, se comienza a perder la tradición y, por ende, la cultura e identidad», expresa Navarro sobre uno de los oficios más reconocidos del territorio y que su padre aún desarrolla.
Fue gracias a esto que el surfista se acercó al mar, cuando acompañaba a su padre por el borde costero. «Es un arte que está desapareciendo cada día más y eso es muy riesgoso porque hoy, como están las cosas, es muy difícil que un hijo de pescador se dedique a lo mismo. La pesca industrial la tiene súper acabada», reflexiona el atleta.
No sólo le preocupa este tema. También le inquietan otros tópicos: «Las principales amenazas que tienen, no sólo Punta de Lobos o Pichilemu, sino que todo el borde costero de Chile, es el inmenso desarrollo inmobiliario; y la otra es la contaminación de las olas, ya sea por termoeléctricas, por celulosa o, la más grave, por el libre acceso a las playas».
«No se entiende o comprende al mar desde ese punto de vista: es un ente vivo, es muy delicado, es muy frágil, que se destruye y es muy difícil de recuperar», agrega.
El surf en Chile
Chile es parte fundamental del Circuito Mundial de Olas Gigantes, una serie de encuentros en el Hemisferio Norte y Sur por donde pasan los mejores exponentes del planeta.
Que el país esté dentro del circuito, con varios nombres recorriendo las mejores olas, es algo que a Navarro le gusta y cree que pronto podrían haber novedades. «El surf en Chile está en un boom gigante. Hoy mismo fui a ver el mar en la tarde y habían 20 personas surfeando olas de cuatro metros, y la mitad tenían entre 12 y 15 años. Cuando empecé a surfear en Punta de Lobos tenía como 17 años y éramos como dos o tres», cuenta.
«Es un deporte que está creciendo mucho, que tiene un potencial gigante por la cantidad y calidad de olas que tenemos. Es cuestión de tiempo que el surf sea uno de los grandes deportes en Chile. Las olas están ahí, son tesoros para el deporte», asegura Navarro.
En agosto se espera el Quiksilver Punta de Lobos Challenge, la primera parada del Circuito Mundial y una de las únicas dos fechas que se realizan en Sudamérica. Navarro será uno de los seis chilenos que participarán en ese encuentro.
«Son diferentes fechas en las olas más grandes del mundo que se va compitiendo y se va armando un ranking, como en el tenis. Vas sumando puntos y al final hay un campeón mundial. Básicamente es andar persiguiendo marejadas en los días y momentos precisos para ser campeón mundial. Nunca hay fecha, es la madre naturaleza la que manda», explica.
Las emociones del surf
¿Cómo es la preparación antes de meterse en el agua? «Más que motivarme con algo de ruido, prefiero tranquilidad, escuchar cosas como Bob Marley, Manuel García o Los Jaivas, algo que me dé calma y tratar de liberar tensiones», cuenta Navarro. Sin embargo, dice ser una persona que no depende de la música: «Si no hay música, soy feliz con el ruido del mar».
La duda para cualquier persona que nunca ha surfeado es cómo es la sensación al interior del «tubo». «Es una de las experiencias más difíciles de explicar, pero se podría asimilar a meterse a un túnel a alta velocidad», dice el maestro del surf.
El momento posterior a «domar» una ola tiene «una energía que no puedes controlar». En este sentido, apunta: «Tengo 38 años y sigo gritando como si tuviera 17. Es una adrenalina tan alta que uno tiene que botarla de alguna manera, que puede ser gritando o riendo, o incluso hasta con lágrimas».
Navarro sigue arriba de su tabla, se prepara para el Circuito Mundial y mantiene una premisa que le acompaña siempre: «Una ola te puede matar, una ola te puede ahogar, una ola puede hacerte ganar un campeonato y lanzar tu carrera a la fama, como me pasó a mí. Puede cambiar para bien o para mal».