A las 12:00 horas de México, el 22 de junio de 1986, el árbitro tunecino Ali Bennaceur dio el pitazo inicial del partido entre Argentina e Inglaterra por los cuartos de final de la Copa del Mundo. 90 minutos después, los más de 110 mil asistentes al Estadio Azteca acababan de presenciar una de las jornadas más notables que ha dado el fútbol.
Ese día, la selección argentina no sólo dejó en el camino a la inglesa (cuatro años después de la Guerra de las Malvinas), sino que su capitán, Diego Armando Maradona, se consagró como la máxima figura del balompié en ese entonces.
El capitán de la albiceleste, con 25 años y jugador del Napoli, guió a su equipo en la victoria de 2 a 1, con dos goles suyos. Pero no fueron anotaciones así nada más: ambas pasaron a la historia por razones distintas.
Argentina e Inglaterra se fueron al entretiempo con empate sin goles. Al regreso, a los seis minutos del segundo tiempo, Maradona encaró hacia el área y jugó con Jorge Valdano, quien trató de parar el balón pero no pudo y el defensa Steve Hodge trató de despejar pero lo hizo elevado y hacia su portería.
Allí vino el primer momento de la jornada: Maradona había seguido la jugada de cerca y corrió hacia el balón despejado hacia atrás, saltó antes que el portero Peter Shilton y con su brazo izquierdo pegado a la cabeza golpeó la pelota con su puño e ingresó al arco vacío. A correr y festejar, mientras el juez Bennaceur convalidó el gol, sin percatarse del hecho.
Al parecer el árbitro fue el único que no se dio cuenta del hecho, pues tras el partido, los periodistas fueron tras Maradona y respondió que «fue un poco con la cabeza y un poco con la mano de Dios», adoptando el nombre con el que se le conoció de ahí en adelante.
En agosto de 2015, el argentino viajó a Túnez y visitó al ex árbitro y recordó el partido en el Azteca. «Este fin de semana visité Túnez, y tuve un reencuentro muy emotivo con Ali Bennaceur, el árbitro del partido contra Inglaterra, en México 1986. Yo le regalé una camiseta argentina, y él me obsequió la fotografía de aquél partido que cuelga en su casa. Mi dedicatoria: ‘Para Ali, mi amigo eterno'», escribió tras el encuentro.
Cuatro minutos después de «La mano de Dios», cuando los ingleses aún se preguntaban lo que había pasado, Maradona volvió a ser protagonista, esta vez de una forma más elegante.
Agarró la pelota en mitad de cancha y corrió hacia el arco contrario, eludiendo en el camino a seis ingleses (incluido el portero Shilton), tres de ellos intentaron derribarlo con infracción pero Maradona siguió hasta conseguir su segundo gol, el más hermoso visto en algún Mundial.
El zurdo corrió más de 50 metros y la imagen quedó grabada junto con el relato del argentino Víctor Hugo Morales, quien a medida que Maradona avanzaba daba sus impresiones.
«¡Golaaazo! ¡Diego! ¡Maradona! Es para llorar, perdónenme… Maradona, en recorrida memorable, en la jugada de todos los tiempos… Barrilete cósmico… ¿De qué planeta viniste para dejar en el camino a tanto inglés?», se deshacía Morales tras la anotación.
Argentina ganó, luego venció a Bélgica en semifinales y se consagró campeón (por segunda vez) en la final frente a Alemania Federal.
En 2002, en la Copa del Mundo de Corea-Japón, el gol fue elegido por más de 18 mil votos como el Mejor en la Historia de los Mundiales, seguido por el del inglés Michael Owen frente a, precisamente, Argentina, pero en 1998.
22 de junio de 1986, un día inolvidable para Maradona y para el fútbol mundial.