El 1 de julio de 1946, Estados Unidos inició las pruebas nucleares en el atolón de Bikini, un sitio en el Océano Pacífico que, sin quererlo, le dio el nombre a una de las prendas femeninas más vanguardistas y relevantes de la historia, de la mano de Louis Réard.
El francés, un ingeniero mecánico, sólo necesitó un poco de tela para crear una indumentaria minimalista que con el paso de las décadas ha mantenido su prestancia: dos triángulos cubren los pechos, mientras otros dos (más grandes) tapan la ingle y el trasero.
Réard tomó el nombre de Bikini debido a las pruebas nucleares y el 5 de julio de 1946 presentó oficialmente el traje de baño de dos piezas con la idea de lograr «una reacción explosiva comercial y cultural», tal como en el Pacífico.
Para mostrar su obra, el francés contrató a la modelo Micheline Bernardini, de 19 años, que trabajaba como bailarina en el Casino de París. Tras la exposición, la joven recibió 50 mil cartas de admiradores.
Micheline Bernardini presentando el primer bikini.
Rechazo al bikini
El resultado fue impensado: el traje de baño llegó a las tiendas y la respuesta fue tan exitosa como polémica. La prenda se convirtió en un icono cultural y actrices tan populares en ese entonces como Brigitte Bardot, Ursula Andress y Raquel Welch la usaron en sus vacaciones y en sus apariciones en el cine.
En 1962, la popular revista Playboy llevó por primera vez un bikini en su portada, y dos años después la modelo Babette March lució el traje de baño en el primer número de Sports Illustrated Swimsuit Issue.
Pero no a todos les gustó el bikini. La revista Modern Girl Magazine escribió en 1957 que «no es necesario malgastar palabras sobre el bikini, pues es inconcebible que cualquier chica con tacto y decencia vista alguna vez tal cosa».
Años antes, el bikini fue estrella de un concurso de belleza en Gran Bretaña. La ganadora fue Kiki Håkansson de Suecia, quien fue condenada por el Papa Pío XII. De hecho, el Vaticano consideró por muchos años que la prenda era «pecaminosa» y su venta fue prohibida en España, Portugal, Italia y Australia, así como en muchos estados en EE.UU.
Después de muchas décadas, recién a fines del siglo pasado el bikini logró una masificación y una aceptación de todos los sectores.
A mediados de los ’90, el bikini se convirtió en el uniforme oficial del equipo femenino de voleibol playa estadounidense, aunque también ha sido usado para otras disciplinas, como el físicoculturismo y, con variantes, en el atletismo.
También en los ’90, el bikini era el traje de baño más popular en las playas de todo el mundo y a la década siguiente generaba más de 800 millones de dólares anuales en ingresos.
Con el tiempo, el bikini también ha sumado otras variantes, como el trikini (que une las piezas superiores e inferiores), el bandeaukini (la parte de arriba no tiene tiras sobre el hombro) y el microkini (una versión de menor tamaño), entre otros.