El manual de Manuel Antonio Carreño nos dice que debemos comportarnos de cierta manera para ser aceptados por la sociedad. Esto puede causar síntomas tales como represión, apatía y perdida de personalidad. Una alternativa más sana es la de Charles Samuel Addams, el caricaturista que creó personajes que disfrutan siendo excéntricos sin importarles lo que piensen los demás. Con los años, esos personajes pasaron a ser conocidos como la familia Addams.
Empezaron como tiras cómicas en la revista The New Yorker, luego tuvieron una serie de televisión en los sesenta y una serie animada en los setenta, pero hoy son recordados más que nada por su película Los Locos Addams de 1991, y la secuela Los Locos Addams 2 de 1993, con Raúl Juliá como Homero, Anjelica Huston como Morticia, Christopher Lloyd como el tío Lucas y Christina Ricci como Merlina.
En el primer filme, un estafador se hace pasar por el tío Lucas para poder entrar en la bóveda de la mansión Addams, eso lo lleva a conocer a esta extravagante familia, teniendo buenos y malos momentos con ellos.
Además de renovar a los Addams con un nuevo enfoque, la película impulsó las carreras de su director Barry Sonnenfeld y de la joven actriz Christina Ricci.
La segunda entrega también tiene a un villano que quiere conseguir la fortuna Addams: esta vez es una asesina serial que seduce al tío Lucas con la intención de matarlo y quedarse con su riqueza.
Habían planes para una tercera película, pero se canceló por la lamentable muerte de Raúl Juliá, quien en octubre de 1994, cuando tenía solo 54 años, sufrió un derrame.
En las series de televisión, diferentes personajes tienen dificultades para adaptarse a los Addams, ya que los asustan. Pero en las películas hay nuevos personajes que deciden seguirles el juego a los Addams con distintos resultados, algunos de ellos descubriendo nuevas formas de ser, como la esposa del abogado de la familia, que tiene una aventura con el tío Cosa.
O como dice Bob Mankoff, editor de las caricaturas de The New Yorker: “Al hacernos reír de, y con, sus maliciosos protagonistas, (Charles Addams) nos hace momentáneamente compartir sus valores y cuestionar los nuestros”.
Pero lo más importante de todo, sin importar dónde ni con quién estén, los Addams nunca dejan de comportarse a su manera, ya que así son felices.