Antes de Avatar, antes de Interstellar y antes de Star Wars, Stanley Kubrick presentó al mundo su película 2001: Odisea del espacio, su carta de presentación con una historia más allá de la Tierra llena de tecnología e inteligencia artificial, a fines de la década de 1968.
El estadounidense estrenó el 3 de abril de 1968 la cinta cuyo guión escribió junto al británico Arthur C. Clarke, famoso por su pluma futurista y su visión sobre viajes al espacio. De hecho, al mismo tiempo que trabajaban en la película, Clarke escribió una novela del mismo nombre, publicada meses después de su llegada a los cines.
El trabajo de la dupla partió con la idea basada en un cuento corto de Clark, titulado El Centinela. El director y el escritor trabajaron en una historia sobre un viaje de un grupo de astronautas que sigue las señales emitidas por un monolito negro, primero en la Luna y luego en Jupíter.
Durante dos horas y 20 minutos, Kubrick regala imágenes totalmente novedosas para la época, con efectos visuales que reflejan de forma precisa los viajes espaciales, junto con elementos llamativos, como HAL 9000, la supercomputadora que controla la nave espacial que lleva a los astronautas a Jupíter.
Este panorama ofrecido por Kubrick da a entender, 50 años después, que no es una película sobre el espacio. Como dice Variety: «Su gran tema es que la tecnología ahora puede imitar las complejidades del sentimiento humano, porque ahora los humanos mediamos cada aspecto de nuestras vidas a través de la tecnología. Transformados (como los simios) por el poder del monolito, nos convertimos (en la película) en naves de inteligencia en busca de nuestra humanidad».
En lo audiovisual, el estadounidense ofrece de entrada una de las grandes aperturas de la historia del cine: una perfecta alineación de la Luna, la Tierra y el Sol, mientras suena la fanfarria inicial de «Así habló Zaratustra» de Richard Strauss.
Ese tema refleja la intención de Kubrick: quería que la música clásica fuera pieza importante en la cinta. De hecho, le pidió a Alex North (con quien trabajó antes en Spartacus y Dr. Strangelove) que hiciera la banda sonora. Sin embargo, en la post-producción el director decidió eliminar lo hecho por North y usó grabaciones de obras famosas hechas por la Filarmónica de Berlín.
Pero las alabanzas que sigue generando 2001: Odisea del espacio no es universal. En su estreno, las reseñas negativas fueron amplias, en su mayoría enfocadas en el guión y la historia contada por Kubrick.
The New York Times escribió que la película «estaba en algún lugar entre hipnótico e inmensamente aburrido», mientras que Variety afirmó que «2001: Odisea del espacio carece de atractivo dramático en gran medida y solo transmite suspenso después de la mitad de la historia».
Al contrario, varios críticos aplaudieron la película en su estreno de 1968. Por ejemplo, Los Angeles Times manifestó que era «una declaración definitiva de una película de ciencia ficción, una impresionante realización del futuro espacial» y Time la definió como «una película épica sobre la historia y el futuro de la humanidad».
2001: Odisea del espacio puede tener diferentes interpretaciones, y sus elementos (como el monolito) llenan la web con teorías acerca de sus significados. La obra de Kubrick pareciera no haber cumplido 50 años, sino más bien parece ser una actualización de la actualidad en todos los aspectos.