Harry Houdini no sabía que eran los últimos días de su vida, pero los vivía como si lo fueran, al igual que siempre. Era 5 de agosto de 1926, tenía 52 años, y se preparaba para vencer a un joven mago egipcio, quien aseguraba poder aguantar una hora encerrado bajo el agua. Este se convertiría en su último gran truco.
Húngaro de origen, nació en Budapest el 4 de marzo de 1874 como Erik Weisz. Pasó pocos años en ese país, hasta que su familia se traslado a Estados Unidos, lugar al que hizo propio. Ahí comenzó su fascinación por el espectáculo y por la que terminó siendo su principal pasión: la ilusión.
Su destreza e ingenio lo transformaron en un fenómeno mediático, un verdadero mito viviente. Desde joven se arriesgaba para poner a prueba la capacidad humana y hasta sus últimos días no hubo nadie que se le igualara. A continuación repasaremos la historia del que fue su último gran truco.
El desafío de Rahman Bey
La fama de Harry Houdini había llegado a un punto insuperable, pero su cuerpo ya no era el mismo. Siempre dejó en claro que lo suyo no era fantasía y los años le pasaban la cuenta. Era julio de 1926 y un joven egipcio, llamado Rahman Bey, permaneció por una hora encerrado bajo el agua, afirmando que había usado poderes sobrenaturales. Al finalizar su presentación retó directamente a Houdini.
El ilusionista nacionalizado norteamericano tenía una difícil misión. La última vez que había hecho un acto de resistencia de ese tipo, casi perdió la vida. Diez años antes se enterró vivo en un pozo de tierra y no logró cumplir la prueba. Ahora tenía un duro récord en frente y la idea de desmentir a Bey.
Así comenzaron los entrenamientos y Houdini llegó a bajar siete kilos como parte de la preparación. Estaba decidido y la fecha escogida fue el 5 de agosto de ese mismo año 1926, en la piscina del Hotel Shelton de Nueva York. Ya todo estaba listo, era la hora de ponerse a prueba.
Un paso a la inmortalidad
Era un ataúd sellado de 320 kilogramos el que guardaba al mago de 52 años. Los minutos pasaban y se acercaba la marca a vencer, mientras su poder de concentración luchaba por no entrar en pánico, como había pasado una década atrás. Finalmente superó a Bey, pero quería ir mucho más allá, el reloj marcaba una hora y 28 minutos.
«Comencé a ver luces amarillas y me mentalicé cuidadosamente para no quedarme dormido», afirmó tiempo después Houdini. Una hora y media (91 minutos), ese fue el registro final, el ilusionista nacido en Hungría vencía otra vez y de paso demostraba que era un tema físico, no místico.
El 28 de septiembre de ese mismo año repitió el truco, logrando una hora y 11 minutos. Sus metas volvían a ser altas y preparaba el siguiente reto: volver a enterrarse como en su fallido intento, algo que haría en 1927. Lamentablemente el destino no lo quiso así y, el 31 de octubre de 1926, Erik Weisz no logró vencer una peritonitis fulminante y falleció.