El uso de la bicicleta es cada más de frecuente en la sociedad actual. Los beneficios físicos, ambientales y económicos de este medio aumentan el número de ciclistas que recorren las calles del mundo.
Y precisamente la infraestructura vial es uno de los puntos claves en este ámbito, sobre todo por las políticas públicas que permiten complementar las bicicletas con otros medios de transporte.
Recientemente, un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) dio a conocer cómo se desarrolla el uso de la bicicleta en Latinoamérica, con enfoque en la infraestructura, asegurando que hay 2.513 kilómetros de ciclovías, desde México a Chile.
Según los datos, Bogotá es la ciudad latinoamericana con más cantidad de ciclovías de la región, con 392 kilómetros, con un 5 % de su población que usa la bicicleta y más de 611 mil viajes al día.
En segundo lugar aparece Río de Janeiro con 307 kilómetros, con un uso de la bicicleta de un 3,2 % y 217 mil viajes por día. El podio lo cierra Sao Paulo con 270,7 kilómetros, con sólo un 1 % de uso y sin especificar los viajes realizados por día.
Santiago alcanzó el cuarto lugar en la lista con más ciclovías, sumando 236 kilómetros, un uso de bicicleta de un 3 % y más de 510 mil viajes diarios. La otra ciudad chilena incluida en la lista es Concepción, con 28 kilómetros, un 1 % de uso y 17 mil viajes reportados por día.
La ciudad que cierra el Top 5 con más cantidad de ciclovías de Latinoamérica es Lima, con 140 kilómetros de infraestructura, un uso de un 0,3 % y 77 mil viajes bicicleta por día.
La cantidad de ciclovías repartidas en Latinoamérica (Imagen: BID)
El estudio también presenta los tres tipos de ciclovías: el verde o independiente (carriles para la bicicleta independientes asociados a corredores verdes); segregada (carriles demarcados con pintura u otro tipo de separador); y compartida (carriles de tránsito compartido con bicicletas).
«La infraestructura ciclo-inclusiva tiene el beneficio general de incentivar el uso de la bicicleta y reducir sustancialmente el riesgo de accidentes entre automóviles y usuarios de transporte no motorizado», expresa el estudio.
Asimismo, recalca que «las ciudades no tendrían la necesidad de construir infraestructura segregada en gran parte de sus vías si todas fueran espacios seguros para la circulación de bicicletas».