El 17 de junio de 1885, las piezas de la Estatua de la Libertad llegaron, vía marítima, a Nueva York procedentes de Francia, nación que regaló el gigantesco monumento a Estados Unidos a raíz de la celebración de su centenario. Pero fue mucho tiempo después que su instalación se llevó a cabo, debido a dificultades económicas.
La construcción de la estatua, una obra del francés Frédéric Auguste Bartholdi, hubiese durado décadas si no hubiera sido por una campaña de recaudación de fondos o financiamiento colectivo, que actualmente es conocido como crowdfunding gracias a sitios web como Kickstarter o Idea.me, en donde cualquier persona puede donar dinero para un proyecto.
La historia cuenta que en 1884, el Comité Americano para la Estatua de la Libertad se quedó sin fondos para el pedestal de la escultura. Por ello, el editor de ese entonces del New York World, Joseph Pulitzer, ideó una campaña para recolectar dinero y finalizar su montaje.
«Los 250 mil dólares para los gastos de la estatua fueron desembolsados por los ciudadanos franceses, hombres de trabajo, los comerciantes, las chicas de la tienda, la artesanos, sin distinción de clase o condición. Respondamos de la misma manera. No esperemos a los millonarios que nos dan este dinero», escribió Pulitzer en marzo de 1885 en su diario para motivar a los donantes.
¿Qué pasó? Más de 125 mil personas participaron de la campaña, que incluía (tal como se puede hacer actualmente en Kickstarter), privilegios a quienes aportaban su dinero. Por ejemplo, a quienes cooperaron con uno o cinco dólares se les dio una estatua a escala de unas 12 pulgadas, y sus nombres aparecieron impresos en las páginas del New York World como colaboradores de la instalación.
El 11 de agosto de 1885, cinco meses después del inicio de la campaña y a dos de que las piezas llegaran a Nueva York, Pulitzer anunció que la campaña había llegado a su fin exitosamente, con una recaudación total de 100 mil dólares, una alta cifra para la época.
La Estatua de la Libertad, de 46 metros desde la base hasta la punta de la antorcha, fue presentada oficialmente el 28 de octubre de 1886 y hasta ahora erige como uno de los símbolos de Nueva York. Todo gracias a una campaña colectiva de financiamiento en pleno siglo XIX, y que hoy resulta habitual a través de internet.