El gran Muhammad Ali se transformó en una leyenda por triunfos que fueron mucho más allá del deporte. Un héroe que se convirtió en el primer boxeador en alcanzar tres veces el título de pesos pesados y que marcó a millones por lo que hizo fuera del cuadrilátero en uno de los periodos más intensos de la historia norteamericana: le dijo «no» a la Guerra de Vietnam.
Nacido el 17 de enero de 1942 en Kentucky, Estados Unidos, Cassius Marcellus Clay, Jr. (nombre con el que fue inscrito) siempre estuvo orgulloso de sus raíces. Su abuelo fue esclavo y eso siempre lo tenía presente, tanto así que pasó a ser un gran defensor de los derechos afroamericanos.
Cuando entraba a luchar Ali tenía una velocidad y agilidad sin igual, pero al enfrentarse a los medios sus cualidades eran el carisma y la inteligencia de su discurso. Pero nadie dijo que ser consecuente era sencillo y este postura contra lo establecido lo llevó a vivir un intenso y controvertido momento que lo convirtió en una leyenda.
Un verdadero campeón
Era 25 de febrero de 1964. Cassius Clay era un joven boxeador de 22 años, ya tenía fama por haber conseguido la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Roma 1960 en la categoría semipesado, pero en el profesionalismo su carrera recién iniciaba. Rápidamente escaló hasta lo más alto y con 19 victorias consecutivas -15 de ellas por knock out– se enfrentó al actual campeón Sonny Liston.
En el papel era un enfrentamiento más para el monarca del boxeo mundial, pero para sorpresa de todos desde el comienzo Clay dominó la pelea y pasados seis rounds la supremacía era innegable. Así se dio inicio al séptimo asalto, pero Liston no respondió al campanazo y el joven Cassius fue declarado ganador por knock out técnico, momento en que hizo su icónico baile de festejo.
«No tengo una sola marca en el rostro, vencí a Sonny Liston y acabo de cumplir 22… debo ser el mejor», dijo en medio de una algarabía, ya demostraba que era un luchador diferente. Así se daba inicio a la historia de una leyenda que cruzó las fronteras del boxeo entregando una lección al mundo sobre derechos civiles y sobre la paz.
El «no» a la Guerra de Vietnam
Pasaron unos meses de la victoria contra Liston y Cassius Clay decidió convertirse al Islam. Cambió su nombre a Muhammad Ali (digno de alabanza), el que haría conocido en todo el orbe. Fue un proceso difícil, no todos aceptaban su opción y poco a poco comenzaba a dar señales de que no era solo un boxeador, sino que su lucha era por el respeto.
A pesar de que muchos seguían llamándolo Cassius, casi como una burla, todo iba de maravilla en la carrera deportiva de Ali, hasta que en 1967 todo dio un giro lamentable. Estados Unidos estaba enfrascado en la Guerra Fría y su principal preocupación era Vietnam.
Miles de jóvenes eran enviados para combatir. Uno de los convocados fue Muhammad, quien se presentó el día 28 de abril de 1967 en el centro de reclutamiento y luego de ser llamado en varias oportunidades, se negó a participar rotundamente de la Guerra de Vietnam por objeción de conciencia.
La gran pelea de Muhammad Ali
La negativa a la Guerra de Vietnam no le cayó bien a nadie, menos al Gobierno de Estados Unidos quien se empecinó en arruinarle la vida al joven afroamericano. La Asociación Mundial de Boxeo le quitó sus títulos y fue sentenciado a 5 años de cárcel, los que se transformaron en tres años de libertad bajo fianza, sin poder salir del país.
«Ustedes se oponen a mí cuando pido justicia y cuando pido igualdad… ni siquiera me defienden aquí en Estados Unidos por mis creencias religiosas y quieren que vaya a un lugar a luchar», dijo Ali en uno de sus discursos. Comprendió que su figura era relevante y convirtió su discurso en un acto político, casi en una revolución.
En 1971 le entregaron la justicia norteamericana revocó la medida que lo condenaba y la Asociación Mundial de Boxeo le permitió volver al cuadrilátero de forma profesional. Tardó 3 años en volver a levantar la corona de campeón mundial de pesos pesados, en su pelea contra George Foreman, pero ya no era el mismo, ahora era más grande: una leyenda.