Durante la época comunista, las paredes de la ciudad de Praga estaban llenas de frases críticas, dibujos extravagantes y todo lo que se pudiera comunicar a través de una pintura.
Ahora, en pleno siglo XXI, la capital de República Checa nuevamente ocupa sus construcciones para mostrar expresiones artísticas. Específicamente, en el Metro de Praga.
Las autoridades locales decidieron dejar de pelear con los graffiteros y han recurrido a cuatro artistas para que cada uno use una pared como un lienzo propio en la estación Andel, al centro de la ciudad.
Uno de ellos es Ene Kalab, un ex graffitero y ahora un nombre establecido en el mundo del arte internacional, que le explicó a la cadena CCTV que en su juventud pintaba en ese medio de transporte, pero a escondidas.
«Es una paradoja que después de tantos años, nos invitaran y abrieran las puertas después del servicio y tuviéramos las escaleras mecánicas para nosotros. Antes, tuve que entrar por puertas blindadas y utilizar puertas traseras», contó.
La idea del Metro de Praga es ampliar el proyecto hasta finales de año para incluir otras estaciones de metro y otros espacios públicos, en una clara muestra de que a veces la pelea contra los graffitis puede ser con graffitis.