La llamada ‘trilogía del dólar’, dirigida por Sergio Leone y protagonizada por Clint Eastwood, se fue volviendo mejor con cada entrega, hasta concluir con El bueno, el malo y el feo, uno de los mejores westerns de la historia.
Aunque Leone no tenía intención de hacer una trilogía, sino que westerns sin relación entre sí, el publico reconoció a los personajes interpretados por Clint Eastwood -en Por un puñado de dólares (1964), La muerte tenía un precio (1965) y El bueno, el malo y el feo (1966)- como uno solo, al que llamaron El Hombre sin Nombre.
Los personajes titulares de la última de estas películas son el cazador de recompensas Rubio (Eastwood, el bueno), el despiadado mercenario Ojos de Angel (el malo) y el mejor de todos, Tuco Benedicto Pacífico Juan María Ramírez (el feo).
Rubio y Tuco se odian, pero deben colaborar para encontrar un tesoro enterrado en la tumba de un cementerio. Tuco sabe cuál es el cementerio y Rubio sabe el nombre que figura en tumba. Ojos de Angel también quiere el tesoro, así que persigue a los otros dos.
Lejos de ser el tradicional western de gente buena en contra de tipos malos, aquí todos son egoístas, incluso Rubio, que es el bueno solo por comparación. El auge de la historia ocurre al final, con un espectacular duelo en el cementerio entre los tres personajes.
Sergio Leone logró hacer una película de proporciones épicas, pero no sin desaires: su perfeccionismo era agotador, las maniobras de los actores y los disparos eran reales, y a menudo descuidaba la seguridad de los actores. Por ejemplo, en una escena en la que Tuco rompe sus esposas dejándolas en los rieles de un tren para que este les pase por encima, el actor Eli Wallach casi fue decapitado por el tren.
A pesar de ser realista, se siente como si los personajes viajaran a través de un mundo inusual, casi mágico. La combinación de imágenes del desierto de España con la música de Ennio Morricone crea un ambiente único, al que es imposible permanecer impávido.
En este estado de asombro, Sergio Leone aprovecha de dejar algo bien claro: este es un mundo cruel en el que solo el más rápido sobrevive.