Biosensores transparentes incrustados en lentes de contacto podrían permitir a los médicos y pacientes monitorear los niveles de glucosa en sangre y una serie de otros signos reveladores de enfermedad sin pruebas invasivas.
Eso es lo que se presentó este martes 4 de abril en la Sociedad Estadounidense de Química (ACS por su sigla en inglés) con una investigación liderada por Gregory S. Herman de la Universidad de Oregon.
«Estos biosensores probablemente no eliminarían los laboratorios de sangre, pero creo que podemos hacer muchos diagnósticos utilizando información que se puede extraer de las gotas de lágrima en el ojo», expresó el científico.
Luego de llegar a la universidad en 2009, Herman comenzó a investigar una forma de ayudar a las personas con diabetes a controlar continuamente sus niveles de glucosa en la sangre de manera más eficiente utilizando lentes de contacto de detección biológica.
El monitoreo continuo de la glucosa ayuda a reducir el riesgo de problemas relacionados con la diabetes pero la mayoría requieren la inserción de electrodos en varios lugares bajo la piel que pueden causar irritación de la piel o infecciones. Por ello, Herman quiere usar estos lentes de contacto para eliminar muchos de estos problemas y mejorar el monitoreo.
¿Cómo funciona? En los biosensores convencionales, los cambios eléctricos se utilizarían para medir las concentraciones de glucosa en el líquido intersticial bajo la piel de un paciente. Pero las concentraciones de glucosa son mucho más bajas en el ojo.
Así que estos lentes de contacto tendrán que ser mucho más sensibles. Para resolver este problema, los investigadores crearon nanoestructuras dentro del biosensor que fueron capaces de detectar concentraciones de glucosa mucho más bajas que las encontradas en lágrimas.
En teoría, Herman dice que más de 2.500 biosensores podrían ser incrustados en un parche cuadrado de 1 milímetro de un lente. Según el investigador, una vez que estén completamente desarrollados, los biosensores podrían transmitir información vital de salud a teléfonos inteligentes y otros dispositivos Wi-Fi o Bluetooth.
El equipo de Herman ya ha utilizado esta tecnología para medir el ácido úrico, un indicador clave de la función renal, y está explorando la posibilidad de usarlo para la detección temprana de cáncer y otras enfermedades graves. Dentro de un año espera tener un prototipo listo para pruebas en animales.